Comienzo de la trama de mi libro, Renglones
de arena:
Tiempo presente.
Era una fría tarde de otoño.
Sentada en su
habitación frente al espejo, ella tenía la sensación de que el tiempo se
hubiera detenido. Abstraída en sus pensamientos miraba una foto, y una
sensación no olvidada la aturdía. Recordaba un episodio de su vida. Sensaciones
adormecidas, mitigadas por el trascurrir de los días, del tiempo ya acaecido.
Era una visión fijada en su memoria: acontecimientos que habían hecho de su
vida una lucha constante, de la cual jamás podría desprenderse.
Pasaron por su mente como un negativo, en
blanco y negro.
¿Cómo
hacer para relegar aquellos renglones de su memoria a las profundidades del
olvido? La amnesia no dibujaba frontera que delimitara los pensamientos que
engullían su alma. Las aguas de su memoria añoraban el remanso de paz anhelado,
ahogado en el abismo. Solo deseaba olvidar.
Abandonó su cuaderno de notas, el cual,
guardaba tantos momentos...
Alguien la sacó de su abstracción:
—¿Mar?
—Estoy aquí –musitó ella–. Discúlpame, no
te he oído llegar.
—¿Qué haces medio en penumbra?
Un tenue resplandor se filtraba por la
ventana, provocado por el reflejo de la luna.
—Intento olvidar. Aquel recuerdo a veces se
hace insoportable.
—Mar, mírame. No quiero ver esa tristeza en
tus ojos. Estás conmigo, ahora y siempre. Ven aquí –él la envolvió en el
susurro de su voz.
—Hazme olvidar aquella locura –dijo Mar.
—No permitiré que siga atormentándote. Te
lo prometo.
Las palabras de él la confortaban, y sus
ojos, sus ojos eran una esperanza para ella.
Con la mirada perdida en el espejo, Mar
evocó aquellos días...
Un pasaje de su vida que, se remontaba tres
años atrás...
Marisa Infante J. Derechos de autor reservados.
Marisa Infante J. Derechos de autor reservados.